Llegué a mi hogar un jueves por la tarde y no había nadie. La puerta estaba con llave, pero le habían dado dos vueltas en vez de las tres que usualmente le dan, lo que ya era bastante extraño. Entre y no escuché bulla, cosa que, viviendo con un perro y dos mujeres, es casi imposible.
Cuando pasé junto a la puerta de mi cuarto, que estaba abierta, vi a mi perro mirando su pelota, que guardo en un estante alto. Al hacer contacto visual conmigo empezó a ladrar, y sus ladridos no son ladridos cualquiera. Otto es un perro chico, hijo de su hermana, con un ladrido característico, fuerte, agudo y grave a la vez, por lo que se siente como serruchos en los oídos.
Ante el estruendo me seguí de largo; no le dí su pelota porque la utilizamos para condicionarlo para ir al baño en la calle, y se la damos sólo en ese caso. Me seguí de largo, entre al baño, me lavé la cara y las manos con jabón Dove (y me demoré como dos minutos en sacarme la crema de la piel), y Otto seguía ladrando. Le grité que se calle y no me hizo caso.
Regresé al marco de la puerta de mi cuarto, lo miré, le pegué en el hocico, dio un chillido agudo, y siguió ladrando. Le volví a decir que se callara, se sentó -pues hasta ese momento había estado parado, ansioso por su pelota- me miró, resopló como un caballo, movió la cabeza de lado a lado de manera desaprobatoria, tosió un par de veces, levantó una pata y la golpeó contra el piso, y dijo:
"Oye, no seas huevón. Dame la pelota de una vez. ¿Qué no te das cuenta de que no voy a dejar de ladrar si no me la das?"
Bueno, ante mi estupefacción, cogí mi mandíbula con la mano izquierda y me cerré la boca, mientras levantaba la otra mano para bajar la pelota de la repisa y dársela al perro. Se abalanzó sobre ella, se echó a morderla, y, como yo seguía ahí parado, levantó la pata para que le haga cosquillas.
jajaja definitivamente otto es mucho mas inteligente q tu :)
ResponderEliminarel ácido es una gran droga
ResponderEliminarEs que fue chistoso, chistosísimo imaginarme a a, bueno, a Otto diciendo eso.
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