jueves, 22 de mayo de 2014

Piyamas

Entonces, en este mundo las personas viven en piyama. Cada vez que nace un bebe, sus padres lo visten inmediatamente en piyamas blancas, y les pegan las mangas de arriba y de abajo a sus muñecas y tobillos con células madre de sus cordones umbilicales. Y viven así, en piyama, hasta el fin de sus vidas.

Unas piyamas bien chéveres las suyas; crecen con ellos, se ensanchan si engordan, se encojen si adelgazan, se limpian solas -porque sino no sería el mundo de las piyamas, sino el mundo de los cochinasos-, y, sobre todo, cambian de color.

Y estos cambios de color no son extemporaneos ni aleatorios; son a drede y especialmente peculiares por una detalle: cambian de color dependiendo de la personalidad del usuario, y de como cambia desde su infancia hasta su madurez adulta.

Se pueden imaginar un mundo donde las personas usan piyama todo el día, y las personas alegres y buenas tienen piyamas de colores alegres y bonitos, y las personas amargadas y malas tienen piyamas de colores amargos y feos. Y no sólo caminan por ahí con sus piyamas de colores, sino se agrupan, se aglomeran, en bloques de colores similares, pues a las personas buenas les gusta estar con más personas buenas, y, en este mundo, ¿qué mejor manera de asegurarse de que estás con quien quieres estar que mirando los colores de sus piyamas?

Ahora, los colores dependen de la personalidad y no del caracter, pues el caracter es hereditario, y mucho más divertido -y útil- es clasificar a las personas por su forma de ser, que por su patrimonio.

Entonces, en un sitio público como una cafetería, puedes ver en la esquina a las piyamas más oscuras planeando sus siguientes fechorias, y a las piyamas más alegres riendo y disfrutando de la vida piyamezca -la naturaleza de su etnia les facilita la vida-. En la cola de la comida todas las personas evitan a la señora que sirve con piyama color caca y prefieren mil veces a la que tiene piyama blanca con puntitos rojos, como la ropa de la negrita del comercial ese de mazamorra.

Lima, Septiembre 2010

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