martes, 20 de julio de 2010

Gracias Castañeda

¿Cuanta gente le dice "gracias" la gente que los sirve?
Al que te da la carne en el supermercado, o te llena las bolsas, o a la cajera, o al cobrador de combi, o al taxista, al vendedor de periodicos, al bodeguero, el que te llena el tanque,etc.

¿Cuanta gente?

Hoy día me subí al Metropolitano; porque es gratis, porque coincidentemente cubría la ruta que debía tomar y porque quería experimentarlo. Además del hecho de que los paraderos están demasiado alejados (hay uno en el ex-óvalo Balta y el siguiente esta a la altura de La Noche de Barranco), es eficiente, ordenado y limpio. No me quejo por la velocidad -porque no me afectaba en ese momento- pero tampoco es que sean tortugas; van a una velocidad razonable, sólo que en los paraderos se demoran mucho.

Ahora, lo que me dijo un (adivinen) taxista, que me pareció más culto de lo normal y aparentemente sabía de qué hablaba, es que el Metropolitano ha dividido en dos un distrito, que es lento y que probablemente cuando deje de ser gratis la gente deje de tomarlo, y que el problema es que Lima ha crecido muy rápido y sin un planeamiento adecuado (y me dijo que "la vez pasada estaba viendo el Discovery y salió un programa sobre Chicago que hace años tenía un sistema de calles hastalcuete como acá y que un día hubo un incendio y como los bomberos no podían llegar al fuego todo se incendió y replantearon la organización de las calles").

Pero lo trágico y descabellado es que, según ordenanza municipal/decreto supremo, los taxis no van a poder circular en paralelo a cinco (5) cuadras a la derecha y a cinco (5) cuadras a la izquierda de la ruta del Metropolitano. ¡Horror!

domingo, 18 de julio de 2010

La técnica del anti-hileo

consta de actuar como un tarado para dejar de gustarle a alguien.

Señoras y señores; tengan esto siempre en mente,

(aunque a la gente le gusta que la traten mal, así que no creo que siempre funcione).

Oechsle

¿Porqué en un país donde se le agregan sonidos seseantes a los verbos en segunda persona del pasado (ex: ya fuiste[sonido seseante]), donde la palabra coaster se pronuncia "custer", donde la gente tiene un problema diferenciando estudiar una carrera y estudiar inglés, donde Halloween no es Halloween sino Jalowey, Jambolin, Shelwin, Jaloueeen o algo así, donde Wong es "Bon" y Ripley es"Riple" y Bayly es "Baylys" y donde Sandwich es "Sangüich" o, mejor, como diría el Toño, "Sanguchón", se le ocurrió a un incompetente Jefe de publicidad o de imagen o de marketing permitir que le pongan un nombre tan poco digerible al establecimiento que supuestamente quiere que se incorpore con éxito al mercado nacional? Oechsle. No lo puedo pronunciar bien; no  como se pronuncia. No creo que más del 10% de la población de Lima pueda hacerlo bien.

El detalle es que Oechsle es una marca antigua, de los ochentas, donde vendían ropa de mejor calidad que en las otras tiendas departamentales, y al ser una marca conocida (que lamentablemente quebró por los paquetazos, etc.) el publicista (o inversionista temerario) decidió retomar ese nombre conocido y volver a ponerlo en circulación, para que los todas las personas que conocían la marca regresen a comprar ropita.

miércoles, 7 de julio de 2010

Kafka en la combi


Hace unos días fui a mi colegio para hablar con el señor Landa (mi profe de psicología) sobre unas cosas que quería que haga. Como siempre está ocupado estuve esperando un buen rato, y me cruzaba con otros profesores. Extraño el colegio; es agradable encontrarte con profesores que has querido, y que te han enseñado por más de la mitad de tu vida (trece años en el colegio es un montón). El punto es que me encontré con mrs. Holt (mi profesora de teoría del conocimiento); entre todas las cosas que conversamos, hubo una frase que me tocó más de lo normal; "¿Y lees?"

Toda mi vida leí mucho en el colegio, por lo menos más que el común denominador; mi papá siempre me inculcó el interés por leer, y en tercero de primaria estaba en una actividad que se llamaba "Reading" (a obvia insistencia de mi madre). Entonces, ya por iniciativa propia, en cuarto de primaria me leí los tres primeros libros de Harry Potter, en inglés y castellano; el segundo, The Chamber of Secrets, lo leí una vez más porque me parecía el mejor (aunque ahora me gusta más el tercero, The Prisioner of Azkaban). Cuando salió el cuarto, el año siguiente, también lo leí, y Harry Potter fue el comienzo de mi historia como lector. 

Pero ahora estoy estudiando medicina; no tengo tiempo para leer, y encima en la biblioteca sólo hay libros de ciencia y monografías pasadas: nada de literatura común y corriente. 

Hace tiempo que quiero leer a Haruki Murakami; es un autor japonés contemporaneo ganador de un montón de premios, pero probablemente nunca han escuchado de él. Es el autor favorito de mi ex enamorada, Anais, y uno de los favoritos del Señor Bassino, un profe chévere de mi cole. Entonces era una obligación cívica leerlo. Y, ya que estaba en mi colegio, me metí a la biblioteca y saqué Kafka en la orilla, aparentemente su mejor obra (y, cuando mis patas me veían en la universidad y me decían "¿Qué lees?¿Kafka?", he repetido, un inumerable número de veces, que no es un libro de Kafka, sino que el título dice "Kafka" porque el protagonista se llama así).

Ahora, ya antes he hablado de combis (Traslación Distrital); es más, suelen ser uno de mis temas principales. Llevo 4 meses andando alrededor de 2 horas diarias metido en una combi. Dos horas sentado en un asiento fierrudo (porque, como sé que voy a estar en ella como 1 hora, no me meto si no hay sitio) escuchando la música que sale de mi reproductor de mp3 (pues mi iPod se malogro, en parte, por usarlo tanto en la combi) en su interminable lucha por ganarle en potencia a la música del vehículo, que depende enteramente del ánimo y el barrio del conductor. Dos horas que me la paso pensando, o estudiando, o mirando por la ventana, o escrutando a los pasajeros que tengo alrededor, o pidiéndole Tumis al cobrador, o leyendo esos stikers (me muero de ganas de escribir estiquers) de "Editorial Chirre" con frases a lo "Si llegó tarde, no es culpa del chofer", o ese específico sobre abuso sexual con una imagen muy chistosa que algún día fotografiaré, o comparando una cumbia tras otra (y me he dado cuenta de que todas las del Grupo 5, y en general todas, son exactamente iguales), o haciendo alguna otra cosa adecuada para la situación.

Pero no puede ser que pierda dos horas diarias en un vehículo; son 10 horas a la semana, 40 horas al mes, casi dos días al mes sentado como un tarado. 

Lo único productivo que se puede sacar de esto es que estoy totalmente familiarizado y siento completa confianza al estar en una combi (y aclaremos una vez más que con combi me refiero a todo tipo de transporte público masivo intra-metropolitano). Si estoy sentado (y, en caso de estarlo en el asiento de adelante, con cinturón de seguridad), estoy tranquilo. Ya sé que de lunes a viernes, de 8 a 9 la combi es un apéndice removible de mi cuerpo, y que lo mismo pasa a la hora de salida. 

Conclusión:
Ya que voy a (pinche) estar dos horas diarias metido en una lata de sardinas con llantas, debería sacarle el jugo a ese tiempo de meditación. 

¿Con qué? Con un ¡¡LIBRO!! 

Leer es lindo; me he acordado  de eso recien hace ¿cuanto?, ¿dos semanas?, ¿semana y media? El punto es que me leido más de la mitad del libro que saque (un libro de 500 palabras -así bien Harry Potter style-), SÓLO leyendo sentado con mi mochila en la combi. Como siento plena confianza en que voy a llegar a donde quiero, y sé que la extensión de tiempo permite  un periodo de concentración pertinente para el caso, leo. No  me mareo, me aislo de la música y de las estupideces que dice el cobrador, y leo.

Y la vez pasada estaba llegando a la casa de uno de mis alumnos, y justo acaba de terminar un capítulo, entonces puse el marcador en su lugar, cerré el libro y me di con la sorpresa de que había leido más de la mitad. Sin pensar se me escapó un "Alamieeeeeeeeeeeeeeerda, que rápido", y las dos señoras que estaban sentadas frente a mi en el asiento reservado voltearon a mirarme feo. Tuve que disculparme y explicarles que mi reacción fue porque me di cuenta de que me había, literalmente, comido el libro sin darme cuenta. 

Y es curioso. Ahora que tengo un libro en la mochila, cuido mi mochila -como siempre-, pero antes la cuidaba porque tengo mi iPod (malogrado, dichoseadepaso), mi calculadora gráfica y mi calculadora científica, mis cartas de Magic, mi mp3 (si es que no está en mi bolsillo) y un par de cosas más en ella, pero ahora la cuido más, y lo que más me interesa salvar en caso de un robo, es el libro. Y eso, creo, solo pasa cuando un libro es excelente y entrañable (sería mentir decirles que no lo he leído en mi casa, pero solo un poquito antes de dormir). Que locura. 

Google