jueves, 24 de febrero de 2011

Una vez en la selva comí termitas. Si ves un árbol con estructuras superficiales como canaletas, probablemente sean caminos construidos por estas. Si rompes un pedacito con el dedo, inmediatamente salen en mancha por ambos lados y comienzan a reconstruir su autopista. Son increíblemente ordenadas.

Las termitas obreras saben a madera. Las termitas guerreras, o soldado, saben a menta-pimienta. 

jueves, 17 de febrero de 2011

Primer apéndice

De la Guía para relaciones amorosas

Sobre el gusto;

Luego de hablar con mi mamá me di cuenta de que no soy el único. Luego lo corroboré conversando con algunos amigos. Generalizando, si una persona te gustó, nunca te va a dejar de gustar. Probablemente la excepción más general a esta situación es que lo termines odiando, por A o B razón. Otra posibilidad para ese "gusto" es que se transforme en admiración, y luego en amistad, y que tu super crush pase a ser tu mejor amigo.

Esas son, para mí, las únicas dos posibles terminaciones de un "gusto". Porque si te gustó fue porque algo en esa persona coincide con las cosas que buscas, y las personas no cambian -amenos que quieran cambiarlo (y no creo que nadie quiera cambiar algo atractivo)-. También puede dejar de gustarte por alguna desilusión o desencanto, pero eso es, por lo general, porque no era la persona indicada, y eso es algo aparte.

Pero ese no es el punto. El punto es que, obviando esas dos opciones terminales (y la de desilución), te va a seguir gustando, te va a seguir dando celos, te va a seguir pareciendo una persona admirable, y va a seguir siendo una persona grata en tu vida. Esto implica dos cosas:
  1. Uno tiene que aprender a comportarse de acuerdo a la situación, especialmente al momento de estar en una relación; rodeado de tantos "gustos", uno tiene que aprender a manejar su corazón, a mantener una distancia pertinente -aunque no radical-, y tener todas las cartas sobre la mesa para evitar futuros resultados -inesperados- e indeseables.
  2. (Ya no es suficiente alejarse de sus exes, hermanas y mamás.) Uno tiene que respetar los "gustos" de los demás; no necesariamente mantenerse alejado de la flaca que hablaba con ese broder de biología marina que se viste raro y con quien nunca has hablado, pero si, mínimo, considerar que algunas personas fueron "gustos" de tus amigos o de gente de tu círculo más cercano. Porque estoy seguro de que ninguno de ustedes toleraría que la chica o el chico con el que salían hace un tiempo esté ahora con algún amigo suyo. Es un tema bastante delicado.

Sobre la ruptura

Ahora. Las rupturas pasan. Estamos en Testing Phase (Punto 20, GPRA). Es normal, y a veces es mejor. Es parte de la selección natural. Y son jodidas porque significan un cambio bastante significativo en nuestra vida diaria. Ya no hay a donde ir a almorzar los fines de semana, ya no vas a jugar con su hermanito -ese que te admiraba y corría a saludarte gritando tu nombre-, y tampoco vas a poder echarte en el sillón predilecto.  Vas a llegar más temprano a tu casa cuando salgas porque ya no vas a tener que llevarla a su casa y ahora por lo menos te va a pesar un poco la billetera. Ya no tienes suegra, tu suegro ya no te va a tasar con la mirada, y sus amigas ya no te van a tener bajo la lupa.

Pero ese tampoco es el punto. El punto es que es difícil manejar las rupturas. Enfrentar la soledad es una cosa complicada; la mejor opción es siempre la amistad verdadera, los amigos incondicionales, y la risa. Frecuentar lugares diferentes, cortar comunicación y dejar que pase el tiempo.

El tema se pone complicado cuando de amistades se trata, y especialmente cuando las relaciones fueron largas. Es importante definir, de manera tácita y no-verbalizada, que "él es mi amigo y ella es tu amiga" para armar esas barreras invisibles, que, de una u otra manera, protegen los sentimientos de uno y del otro, pues evitan encuentros "accidentales" inesperados (esos con resultados desconocidos e incontrolables).

Y tampoco es chévere que los demás se metan en tu relación (o tu ex relación). Por lo tanto, tampoco los metas; es un tema de dos, no de tres, cuatro, diez, etc. Sólo dos personas toman las decisiones. Y se necesitan dos personas para una relación; si sólo uno quiere, sólo se logra prolongar la agonía. A veces un tiempo facilita las decisiones, pero ese "tiempo" también debe obedecer las condiciones de la ruptura

No fui yo

A las personas no les gusta aceptar sus errores; que algunas lo hagan es una cosa, pero en general a nadie le gusta. No decimos "perdí mi celular", sino "me robaron el celular" o "mi celular se perdió". Un celular no se puede perder, no tiene voluntad propia ni apéndices propulsores.

Primero evitamos aceptar nuestras faltas y luego le atribuimos características fantásticas a los objetos. Luego jugamos un poco con nuestra imaginación y ejercitamos la inocencia de nuestros hijos con historias como la del conejo de Pascua y la del ratón Pérez (aka. Tooth Fairy); una mentirilla blanca para ver brillar sus ojos y justificar la generación espontánea de dinero debajo de sus almohadas es, de nuevo, no querer reconocer que nosotros lo hicimos (aunque por una razón noble). Si una vaca desaparece decimos que fue un OVNI, y si cualquier otro animal de granja experimenta una muerte sin precedentes, le echamos la culpa al Chupacabras. 

En mi casa se pierden las medias. Tengo entendido que no sólo en mi casa. Hace unos días vi (de reojo, antes de que desapareciera derrepente) a un perro con una media mía en la boca; la destrozaba con locura y pasión como si fuera un delicioso pedazo de carne. Una medía sucia. Fui a buscar las medias que acababa de dejar en la canasta de ropa sucia y encontré una sin par.

Le puse Otto, the sockdog (o, si prefieren, Otto, el perro de las medias). Es una nueva explicación paranormal para nuestra ineficiencia de todos los días.

De cacería

El wingman es el buen samaritano. El que acompaña a sus amigos lobos de cacería pero no busca presa propia. El que espera que uno de los miembros de la jauría escoja un objetivo, atiende al llamado, y entretiene a la segunda presa sin mostrar los dientes, mientras su hermano afila los cuchillos, prende el carbón, y se prepara para el festín. Es un facilitador. No le gustan las trivialidades. Tampoco tolera la falta de química con la que le tocó, pero se inmola por su buen amigo. Y si la presa otorgada a él no respeta los estándares mínimos, intercambia platos con su compañero como reprimenda por abusivo.

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