Franca estaba recién aprendiendo a leer, pero ya se había
leído como 1/5 de la colección de Todo Mafalda. Y le encantaba Mafalda. Y
quería ser como ella. No tan inquisidora, pero si inteligente y perspicaz y al
mismo tiempo inocente. Con un poquito del maternalismo de Susanita, pero en
principio como Mafalda.
Entonces, cuando su mamá o su papá le servían la comida,
como a Mafalda no le gustaba la sopa, Franca quería copiar también eso. El
problema es que sí le gustaba la sopa (especialmente la que hacía su abuela).
Pero no la ensalada. Por ende, cada almuerzo era un martirio para sus padres o
su hermano o su abuela o quien sea que le fuese a dar la comida porque no se
quería comer la ensalada. Y la jornada terminaba durando por lo menos dos horas
mientras se comía, poco a poco, cada pedazo de zanahoria o pepino o beterraga.
(Con el choclo no hacía problema porque amaba el ceviche).
Su hermano mayor tenía ya unos 15 años en esa época, y a
veces tenía la ardua tarea de darle de comer a su hermana, especialmente los
fines de semana. Entonces, entre que él estaba apurado para acabar su tarea e
irse con sus amigos y ella no comía la ensalada y la hacía larga como la
Historia del Gallo Capón, tuvo que ideárselas para lograr que su hermana termine
rápido el plato.
Intentó chantajearla con dulces y decirle que le regalaría
más muñecas en su cumpleaños, pero nada funcionó. Incluso una vez mezcló las
verduras con el guiso o el arroz para que pasen caleta, pero ella era
inteligente y se dio cuenta.
Todo fue un martirio hasta que un día su hermana le preguntó
algo sobre rayos X que había leído en una de sus tiras favoritas, y a él se le
ocurrió una genial idea.
— Las zanahorias tienen mucha Vitamina A, la vitamina
para los ojos. Si te comes 10 zanahorias seguidas tendrás visión de Rayos X por
10 segundos.
Y ese fue el día en que la relación de Franca con las
verduras crudas cambió por completo. Inicialmente sólo comía zanahoria y sus
padres, al darse cuenta de eso, empezaron a hacer mucha ensalada de zanahoria
rayada con cantidades pequeñas de las otras verduras, que poco a poco fueron
incrementando hasta llegar a las proporciones normales. Se comía la zanahoria
volando, y al no ver el resultado esperado le decía a su hermano, quien
respondía que se había demorado mucho, y así la próxima vez ella comía un
poquitito más rápido. Luego él le dijo que la zanahoria necesitaba de sus otras
amigas para que la Vitamina A funcione, y ella poco a poco fue agarrándole el
gusto a la lechuga, el tomate, y el rabanito (aunque nunca le gustó la palta).
Y bueno, como era de esperarse, Franca nunca tuvo visión de
Rayos X, ni nada por el estilo, pero siempre tuvo la habilidad de mirar adentro
de las personas y notar como eran verdaderamente, y hasta ahora sigue pensando
que fue gracias a las zanahorias.
Lima, Junio 2014
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