sábado, 17 de diciembre de 2011

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Mi mochila está pesada y un poco alargada; no sabía si usar el de madera o el de aluminio, así que llevé los dos.
Pedante. Toqué el timbre y abrió la puerta de par en par, con una cara de déspota perfecto, como si hubiera estado esperando a la perra de turno. Sólo fue un golpe seco -que luego se volvió mojado-, inmedianto y crocante, en el lado izquierdo del cráneo. Si no lo mataba lo dejaba bien jodido. Quería usar el bate de madera porque es más oldschool, pero usé el de aluminio porque es más higiénico.

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