viernes, 26 de junio de 2009

Poema Duro


La Ciudad Fantasma

La ciudad fantasma,
mi ciudad fantasma,
dejó de ser un pueblo hace mucho;
crece a sus anchas como una epidemia
y como colonia en expansión
consume el espacio y el aire de los demás silencios.

Mujeres con deseos de anorexia.
Sus mentes, delgadas y frágiles como sus sueños y ansias,
piensan solo en si mismas,
piensan solo en nada.

Hombres con puños cerrados
y corazones delgados,
como las mentes de sus esposas;
con marcas en la cara,
imborrables y profundas,
por vivir en este lugar,
o, ¿quien sabe?
Tal vez por morir en este lugar.

Mi ciudad,
donde los sabios ancianos son olvidados en cuartos,
como sus enseñanzas, que se pierden en el aire.

Donde la gente enloquece en su propia locura,
culpa al otro y grita
y hace ruido y bulla
y ya no se puede vivir.

Si tú no aprecias tu vida no te interpongas en la mía.

Todo es difuso acá;
las luces, como ojos, alineadas a ambos lados de la calle,
la pista termina a unos metros porque no se puede ver más.
La ciudad es un fantasma.
Patética falacia de sus personas.

Donde el tiempo ya no se siente pasar
porque todo es igual y todo nos mata;
pasa tan rápido que ya ni se nota,
ni nos importa.

-

Ahora,
agarraría esa niebla blanca y fría,
que le da a la ciudad,
mi ciudad,
ese carácter pálido y enfermizo,
y atoraría la garganta de los que lo requieren,
para apagar el silencio
y poder morir tranquilo.

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